Anorexia Nerviosa
La anorexia nerviosa es una patología severa, con un inicio próximo a la adolescencia, fundamentalmente en torno a la pubertad, y caracterizada por el ayuno, un temor irrefrenable a la ganancia de peso y una excesiva pérdida de éste, con las consecuencias somáticas y psíquicas que ello acarrea. Se manifiesta de manera más frecuente en mujeres que en varones, siendo la proporción aproximada entre ambos sexos de unas diez mujeres por cada varón.
Aunque el termino anorexia significa perdida de apetito, esta característica no es propia del trastorno ya que la paciente tiene mucho hambre debido a su restricción alimentaria. Y sólo en estadios tardíos llega a perder la sensación de apetito.
Quienes padecen anorexia nerviosa presentan un miedo intenso a ser obesos y un deseo pertinaz de perder peso, por lo que se enrolan en comportamientos dirigidos a conseguir dicho fin. Estos son, entre otros, la privación o la selección restrictiva de determinados alimentos hasta la malnutrición, la práctica de un ejercicio extenuante como medio para quemar calorías, la inducción del vómito o el uso de otras medidas purgativas para “librarse” de la comida ingerida, el consumo de fármacos “adelgazantes” u otras conductas que supuestamente conducen a la no asimilación, eliminación o compensación de las calorías aportadas.
Para poder considerar que una persona tiene anorexia, tiene que existir la auto-imposición de mantener su peso por debajo del normal. El criterio mínimo utilizado ha sido un peso por debajo del 85% del peso esperado para su edad y su altura, o tener un índice de masa corporal igual o inferior a 17.5.
Para hacer el diagnostico de anorexia es preciso descartar que esta pérdida de peso dependa de enfermedades físicas (cáncer u otras patologías) o psíquicas (depresión, delirio de envenenamiento, etc.)
En las mujeres ya desarrolladas se pierde el periodo o se tienen trastornos menstruales. Si es una niña no desarrolla la menstruación en su momento o sólo aparece de forma esporádica. En los hombres los niveles de hormona sexual descienden.
La/el paciente anoréxica/o puede conseguir sus objetivos a través de diferentes métodos, que sirven para clasificar la anorexia en subgrupos distintos:
La mayoría de las/los pacientes utilizan laxantes porque el trastorno anoréxico cursa con un estreñimiento pertinaz. La intensidad de este estreñimiento permanente requiere que el médico aconseje tomar algún tipo de laxantes y favorecer la ingesta de una dieta rica en fibra. Aún así es posible que tengan muchas dificultades para solventarlo y se produzca una adicción. El estreñimiento no sólo es físico ni se refiere únicamente a la imposibilidad de evacuación de la comida. Durante el trastorno la/el paciente tiene igualmente un “estreñimiento mental” manifestado en un descenso de fluidez de ideas, dificultades para desprenderse de cualquier objeto, siendo especialmente “agarradas” con su dinero que procuran no gastar.
Los dos subgrupos rechazan numerosas comidas por insanas y “grasosas” ya que consideran la grasa como algo desagradable y repugnante que debe eliminarse a toda costa; incluso aunque su eliminación de la dieta afecte gravemente su salud. El incremento de peso o la pérdida de control sobre la comida generan una autocrítica extremada que se asocia a sentimientos depresivos y de auto-desprecio. La pérdida de peso y el control de la ingesta les llevan a una sensación de triunfo y euforia.
Es muy posible que en el inicio del trastorno la/el paciente defina su estado de ánimo como eufórico. Con la euforia aparece una sensación de control, puede que por primera vez en su vida. Siente que es capaz de controlar algo, aunque sea tan básico como lo que come. Cuanto más peso pierde más poderoso se siente, más fuerte. Aparece entonces el miedo a perder lo conseguido, endureciendo las reglas que se impone como medio de asegurar lo conquistado.
Ocasionalmente la/el paciente que restringe su alimentación se verá impelida/o a consumir grandes cantidades de comida –de forma objetiva o subjetiva para el distorsionado entendimiento del/la paciente- como respuesta de su organismo a la desnutrición. Cuando esto ocurre, la pretensión es compensar lo sucedido mediante el vómito, el uso de laxantes, un ejercicio extenuante o por otros medios.
Instaurado el trastorno se producen una serie de cambios que pueden dificultar la relación con la persona que padece la anorexia.
La malnutrición repercute de manera significativa en la mente, causando alteraciones bioquímicas que afectan el modo de pensar, de sentir y de comportarse del/la paciente desnutrido/a. A medida que el estado nutricional empeora la persona se muestra más irritable y apática, testaruda y negativa. Finalmente, la depresión hace su aparición, reemplazando la previa sensación de euforia.
Las sensaciones de hambre, frío, debilidad y cansancio se eliminan de la mente mediante pensamientos auto-inducidos apropiados: “no siento hambre, no necesito comer, así es como estoy bien… no siento frío, no siento nada” o con una actividad extenuante que le impida pensar.
Las personas que padecen una anorexia están necesitadas de atención y la buscan de forma desesperada a través del sometimiento y los síntomas. Su falta de autoestima le impide quejarse, expresar sus opiniones y discrepancias. Al creerse sin derechos, acepta los abusos verbales, físicos y/o sexuales casi como algo merecido. Únicamente cuando controla su comida se siente feliz.
Aunque el termino anorexia significa perdida de apetito, esta característica no es propia del trastorno ya que la paciente tiene mucho hambre debido a su restricción alimentaria. Y sólo en estadios tardíos llega a perder la sensación de apetito.
Quienes padecen anorexia nerviosa presentan un miedo intenso a ser obesos y un deseo pertinaz de perder peso, por lo que se enrolan en comportamientos dirigidos a conseguir dicho fin. Estos son, entre otros, la privación o la selección restrictiva de determinados alimentos hasta la malnutrición, la práctica de un ejercicio extenuante como medio para quemar calorías, la inducción del vómito o el uso de otras medidas purgativas para “librarse” de la comida ingerida, el consumo de fármacos “adelgazantes” u otras conductas que supuestamente conducen a la no asimilación, eliminación o compensación de las calorías aportadas.
Para poder considerar que una persona tiene anorexia, tiene que existir la auto-imposición de mantener su peso por debajo del normal. El criterio mínimo utilizado ha sido un peso por debajo del 85% del peso esperado para su edad y su altura, o tener un índice de masa corporal igual o inferior a 17.5.
Para hacer el diagnostico de anorexia es preciso descartar que esta pérdida de peso dependa de enfermedades físicas (cáncer u otras patologías) o psíquicas (depresión, delirio de envenenamiento, etc.)
En las mujeres ya desarrolladas se pierde el periodo o se tienen trastornos menstruales. Si es una niña no desarrolla la menstruación en su momento o sólo aparece de forma esporádica. En los hombres los niveles de hormona sexual descienden.
La/el paciente anoréxica/o puede conseguir sus objetivos a través de diferentes métodos, que sirven para clasificar la anorexia en subgrupos distintos:
- Anorexia restrictiva: la pérdida de peso se realiza a través de una restricción de su dieta. No se utilizan métodos purgativos y no tienen, al menos durante mucho tiempo, episodios de descontrol. Esta restricción se complementa, en la mayoría, por la realización de ejercicio excesivo y por una hiperactividad en las tareas que efectúan.
- Anorexia purgativa: además de hacer dietas y/o ejercicio excesivo, utilizan métodos purgativos para eliminar la comida ingerida. La purgación puede darse después de una cantidad mínima de comida, de cualquier ingesta, o después de un atracón. Aproximadamente la mitad de las/los anoréxicas/os presentan atracones en algún momento de la evolución del trastorno.
La mayoría de las/los pacientes utilizan laxantes porque el trastorno anoréxico cursa con un estreñimiento pertinaz. La intensidad de este estreñimiento permanente requiere que el médico aconseje tomar algún tipo de laxantes y favorecer la ingesta de una dieta rica en fibra. Aún así es posible que tengan muchas dificultades para solventarlo y se produzca una adicción. El estreñimiento no sólo es físico ni se refiere únicamente a la imposibilidad de evacuación de la comida. Durante el trastorno la/el paciente tiene igualmente un “estreñimiento mental” manifestado en un descenso de fluidez de ideas, dificultades para desprenderse de cualquier objeto, siendo especialmente “agarradas” con su dinero que procuran no gastar.
Los dos subgrupos rechazan numerosas comidas por insanas y “grasosas” ya que consideran la grasa como algo desagradable y repugnante que debe eliminarse a toda costa; incluso aunque su eliminación de la dieta afecte gravemente su salud. El incremento de peso o la pérdida de control sobre la comida generan una autocrítica extremada que se asocia a sentimientos depresivos y de auto-desprecio. La pérdida de peso y el control de la ingesta les llevan a una sensación de triunfo y euforia.
Es muy posible que en el inicio del trastorno la/el paciente defina su estado de ánimo como eufórico. Con la euforia aparece una sensación de control, puede que por primera vez en su vida. Siente que es capaz de controlar algo, aunque sea tan básico como lo que come. Cuanto más peso pierde más poderoso se siente, más fuerte. Aparece entonces el miedo a perder lo conseguido, endureciendo las reglas que se impone como medio de asegurar lo conquistado.
Ocasionalmente la/el paciente que restringe su alimentación se verá impelida/o a consumir grandes cantidades de comida –de forma objetiva o subjetiva para el distorsionado entendimiento del/la paciente- como respuesta de su organismo a la desnutrición. Cuando esto ocurre, la pretensión es compensar lo sucedido mediante el vómito, el uso de laxantes, un ejercicio extenuante o por otros medios.
Instaurado el trastorno se producen una serie de cambios que pueden dificultar la relación con la persona que padece la anorexia.
La malnutrición repercute de manera significativa en la mente, causando alteraciones bioquímicas que afectan el modo de pensar, de sentir y de comportarse del/la paciente desnutrido/a. A medida que el estado nutricional empeora la persona se muestra más irritable y apática, testaruda y negativa. Finalmente, la depresión hace su aparición, reemplazando la previa sensación de euforia.
Las sensaciones de hambre, frío, debilidad y cansancio se eliminan de la mente mediante pensamientos auto-inducidos apropiados: “no siento hambre, no necesito comer, así es como estoy bien… no siento frío, no siento nada” o con una actividad extenuante que le impida pensar.
Las personas que padecen una anorexia están necesitadas de atención y la buscan de forma desesperada a través del sometimiento y los síntomas. Su falta de autoestima le impide quejarse, expresar sus opiniones y discrepancias. Al creerse sin derechos, acepta los abusos verbales, físicos y/o sexuales casi como algo merecido. Únicamente cuando controla su comida se siente feliz.