Bulimia Nerviosa
Habitualmente, la bulimia nerviosa se inicia de una manera parecida a la anorexia nerviosa, reduciendo la cantidad de comida ingerida o eliminando determinados alimentos de la dieta habitual, pero en lugar de continuar con un ayuno mantenido, las/los pacientes comienzan a darse atracones y presentan conductas purgativas o compensatorias.
Algunos estudios han señalado que cinco de cada cien mujeres padecerían bulimia nerviosa en los países occidentales, y ya hay numerosos varones que presentan atracones a consecuencia de la manipulación de su alimentación para obtener, supuestamente, estar en formaEl reconocimiento de las personas con bulimia nerviosa no se puede fundamentar en el peso como sucede con las que padecen anorexia ya que su peso puede estar incrementado, reducido o ser el adecuado respecto del idóneo para su edad, talla y sexo. Lo que sí es frecuente es la aparición de fluctuaciones rápidas en el peso como resultado de los hábitos alimentarios caóticos que, al comienzo, pasan desapercibidos.
Como norma general puede decirse que la comida realizada por el/la paciente delante de otros suele ser normal e incluso abundante, aunque algunos días ayune o realice una dieta muy restrictiva. En las reuniones y celebraciones, los amigos y allegados le/la ven comer normal o en exceso y a todos sorprende el buen tipo que tienen en comparación con lo que come. Tras esta apariencia de normalidad alimentaria se hallan escondidos sus atracones y su comida excesiva, que realiza de forma secreta.
A consecuencia de la privación de determinados alimentos y de periodos de ayuno ocultos, el deseo de comer se hace imparable y la impulsividad sin freno domina a la persona que restringe su comida. Cuando esto ocurre no hay comida que se resista. El/la paciente consumirá de forma descomunal leche, cereales, bollos, galletas, chocolate. A continuación engullirá todo lo que encuentre en la casa: el queso y los fiambres, la cena de toda la familia; la comida del día siguiente; los alimentos y chuches que él/ella mismo/a se haya comprado; finalmente, en el extremo más grave del trastorno bulímico, la comida de los atracones será cualquier cosa comestible, llegando a comer los restos de la basura, la comida congelada o la comida de los animales de compañía.
Sin embargo, algunos familiares se sienten confusos cuando su allegado/a enfermo/a les dice que se ha dado un atracón, ya que la cantidad ingerida no es excesiva. Ello se debe a la diferencia existente entre el atracón objetivo y subjetivo.
Un atracón es objetivo cuando la cantidad de alimento ingerida es mucho mayor de la habitual y se come en un período de tiempo breve para esa cuantía de comida. Acompañando al atracón tiene que aparecer un sentimiento de pérdida de control sobre el comportamiento alimentario.
Un atracón es subjetivo cuando la sensación de falta de control está asociada a una cantidad de comida poco cuantiosa o, en ocasiones, extremadamente pequeña.
El atracón tanto objetivo como subjetivo es seguido de una necesidad imperiosa de purgarse (usualmente a escondidas), ya sea por la culpa que genera, el temor a ganar peso, las sensaciones de malestar abdominal, etc.… Las conductas de purga y compensación de la ingesta son diversas: vómitos, uso de laxantes o diuréticos, empleo inadecuado de fármacos, ejercicio extenuante o nuevos períodos de ayuno. Lo que diferencia a la bulimia nerviosa de la anorexia nerviosa, atendiendo a la conducta alimentaria, no es la presencia de conductas purgativas, sino la existencia de un patrón cíclico de atracón-purga-atracón.
Una vez que el impulso de comer aparece, no existe posibilidad de control (sin un largo tratamiento), sea la hora que sea, se esté en el lugar que se esté o se realice cualquier actividad por muy deseada que sea. La evitación del desayuno o la comida prepara un atracón que puede aparecer en minutos u horas. Reducir la ingesta del día a la cena predispone para el surgimiento del atracón nocturno que le perturbará el sueño ya que tendrá que levantarse de forma imperiosa para comer. Por la mañana se sentirá agotado/a y le costará levantarse, iniciando un absentismo escolar o laboral progresivo. El caos horario se puede extender a toda su vida hasta que el día se trasforma en una sucesión de atracones y de vómitos.
Algunas de las conductas desarrolladas por las/los pacientes bulímicas/os adoptan rasgos más propios de las adicciones, dado que conducen a estados de placer y sentimientos agradables y reconfortantes que actúan como elementos reforzantes de nuevos episodios. Por ello, la bulimia ha sido comparada con las adicciones a otras sustancias o conductas (juego, compras compulsivas).
Cuando el ciclo atracón-purga se establece y estas conductas aparecen con frecuencia, la/el paciente con bulimia nerviosa tiene la sensación de que su vida gira en torno a la comida, y alrededor de ella parece organizar la actividad diaria.
La comida es vivida como enemigo y a amigo la vez: la persona con bulimia nerviosa necesita saber que dispone de comida, que está ahí a su alcance (ansía comer), aunque se prohíbe tocarla (teme descontrolarse), en una continua contención de su deseo de comer. En este caso el temor es el de no poder parar de comer una vez que se ha iniciado el proceso.
El atracón se vive con una sensación agradable y desagradable al mismo tiempo. Agradable mientras empiezan a comer y comen. Desagradable cuando terminan de comer y se dan cuenta tanto de lo mucho que han comido como de la manera incorrecta en que han comido.
A pesar de la imagen que pretenden transmitir (y que de hecho transmiten en sus relaciones menos estrechas) es muy probable que se sientan solos/as y atemorizados/as ante la posibilidad de que “su secreto” sea revelado. Finalmente, conducirse de forma impulsiva ante la comidas, acompañada de sentimientos de pérdida de control, se asocia a un sentimiento de desamparo, de insuficiencia para gobernar la propia vida, que conducen, en la mayoría de estas personas, a la depresión.
En la/el paciente con bulimia nerviosa no es tan frecuente la observación de la irritabilidad, la negación y la testarudez propias del/la paciente anoréxica/o. Aún así, es posible encontrar episodios de irritabilidad, inquietud, ansiedad, angustia e incluso agitación por diversos motivos. Son también frecuentes las fluctuaciones bruscas en el ánimo, muchas de ellas entendidas como compensaciones a los sentimientos de tristeza.
Es frecuente también que las/los pacientes bulímicas/os abusen de sustancias tóxicas como alcohol, ansiolíticos, anfetaminas y cocaína, algunos de ellos (estos dos últimos) empleados en ocasiones como métodos purgativos. En cualquier caso, estos hábitos complican el tratamiento y pueden actuar como perpetuadores del trastorno alimentario, al margen de las complicaciones que generan por sí mismos.
Algunos estudios han señalado que cinco de cada cien mujeres padecerían bulimia nerviosa en los países occidentales, y ya hay numerosos varones que presentan atracones a consecuencia de la manipulación de su alimentación para obtener, supuestamente, estar en formaEl reconocimiento de las personas con bulimia nerviosa no se puede fundamentar en el peso como sucede con las que padecen anorexia ya que su peso puede estar incrementado, reducido o ser el adecuado respecto del idóneo para su edad, talla y sexo. Lo que sí es frecuente es la aparición de fluctuaciones rápidas en el peso como resultado de los hábitos alimentarios caóticos que, al comienzo, pasan desapercibidos.
Como norma general puede decirse que la comida realizada por el/la paciente delante de otros suele ser normal e incluso abundante, aunque algunos días ayune o realice una dieta muy restrictiva. En las reuniones y celebraciones, los amigos y allegados le/la ven comer normal o en exceso y a todos sorprende el buen tipo que tienen en comparación con lo que come. Tras esta apariencia de normalidad alimentaria se hallan escondidos sus atracones y su comida excesiva, que realiza de forma secreta.
A consecuencia de la privación de determinados alimentos y de periodos de ayuno ocultos, el deseo de comer se hace imparable y la impulsividad sin freno domina a la persona que restringe su comida. Cuando esto ocurre no hay comida que se resista. El/la paciente consumirá de forma descomunal leche, cereales, bollos, galletas, chocolate. A continuación engullirá todo lo que encuentre en la casa: el queso y los fiambres, la cena de toda la familia; la comida del día siguiente; los alimentos y chuches que él/ella mismo/a se haya comprado; finalmente, en el extremo más grave del trastorno bulímico, la comida de los atracones será cualquier cosa comestible, llegando a comer los restos de la basura, la comida congelada o la comida de los animales de compañía.
Sin embargo, algunos familiares se sienten confusos cuando su allegado/a enfermo/a les dice que se ha dado un atracón, ya que la cantidad ingerida no es excesiva. Ello se debe a la diferencia existente entre el atracón objetivo y subjetivo.
Un atracón es objetivo cuando la cantidad de alimento ingerida es mucho mayor de la habitual y se come en un período de tiempo breve para esa cuantía de comida. Acompañando al atracón tiene que aparecer un sentimiento de pérdida de control sobre el comportamiento alimentario.
Un atracón es subjetivo cuando la sensación de falta de control está asociada a una cantidad de comida poco cuantiosa o, en ocasiones, extremadamente pequeña.
El atracón tanto objetivo como subjetivo es seguido de una necesidad imperiosa de purgarse (usualmente a escondidas), ya sea por la culpa que genera, el temor a ganar peso, las sensaciones de malestar abdominal, etc.… Las conductas de purga y compensación de la ingesta son diversas: vómitos, uso de laxantes o diuréticos, empleo inadecuado de fármacos, ejercicio extenuante o nuevos períodos de ayuno. Lo que diferencia a la bulimia nerviosa de la anorexia nerviosa, atendiendo a la conducta alimentaria, no es la presencia de conductas purgativas, sino la existencia de un patrón cíclico de atracón-purga-atracón.
Una vez que el impulso de comer aparece, no existe posibilidad de control (sin un largo tratamiento), sea la hora que sea, se esté en el lugar que se esté o se realice cualquier actividad por muy deseada que sea. La evitación del desayuno o la comida prepara un atracón que puede aparecer en minutos u horas. Reducir la ingesta del día a la cena predispone para el surgimiento del atracón nocturno que le perturbará el sueño ya que tendrá que levantarse de forma imperiosa para comer. Por la mañana se sentirá agotado/a y le costará levantarse, iniciando un absentismo escolar o laboral progresivo. El caos horario se puede extender a toda su vida hasta que el día se trasforma en una sucesión de atracones y de vómitos.
Algunas de las conductas desarrolladas por las/los pacientes bulímicas/os adoptan rasgos más propios de las adicciones, dado que conducen a estados de placer y sentimientos agradables y reconfortantes que actúan como elementos reforzantes de nuevos episodios. Por ello, la bulimia ha sido comparada con las adicciones a otras sustancias o conductas (juego, compras compulsivas).
Cuando el ciclo atracón-purga se establece y estas conductas aparecen con frecuencia, la/el paciente con bulimia nerviosa tiene la sensación de que su vida gira en torno a la comida, y alrededor de ella parece organizar la actividad diaria.
La comida es vivida como enemigo y a amigo la vez: la persona con bulimia nerviosa necesita saber que dispone de comida, que está ahí a su alcance (ansía comer), aunque se prohíbe tocarla (teme descontrolarse), en una continua contención de su deseo de comer. En este caso el temor es el de no poder parar de comer una vez que se ha iniciado el proceso.
El atracón se vive con una sensación agradable y desagradable al mismo tiempo. Agradable mientras empiezan a comer y comen. Desagradable cuando terminan de comer y se dan cuenta tanto de lo mucho que han comido como de la manera incorrecta en que han comido.
A pesar de la imagen que pretenden transmitir (y que de hecho transmiten en sus relaciones menos estrechas) es muy probable que se sientan solos/as y atemorizados/as ante la posibilidad de que “su secreto” sea revelado. Finalmente, conducirse de forma impulsiva ante la comidas, acompañada de sentimientos de pérdida de control, se asocia a un sentimiento de desamparo, de insuficiencia para gobernar la propia vida, que conducen, en la mayoría de estas personas, a la depresión.
En la/el paciente con bulimia nerviosa no es tan frecuente la observación de la irritabilidad, la negación y la testarudez propias del/la paciente anoréxica/o. Aún así, es posible encontrar episodios de irritabilidad, inquietud, ansiedad, angustia e incluso agitación por diversos motivos. Son también frecuentes las fluctuaciones bruscas en el ánimo, muchas de ellas entendidas como compensaciones a los sentimientos de tristeza.
Es frecuente también que las/los pacientes bulímicas/os abusen de sustancias tóxicas como alcohol, ansiolíticos, anfetaminas y cocaína, algunos de ellos (estos dos últimos) empleados en ocasiones como métodos purgativos. En cualquier caso, estos hábitos complican el tratamiento y pueden actuar como perpetuadores del trastorno alimentario, al margen de las complicaciones que generan por sí mismos.