Terapia Congnitivo-Conductual
El modelo cognitivo-conductual considera los trastornos de la alimentación como conductas aprendidas, generalmente relacionadas con un estilo cognitivo distorsionado, que pueden desaprenderse. La terapia de conducta interviene sobre la conducta observable y asume que ésta depende de sus consecuencias. Si las consecuencias son positivas, la conducta se refuerza; si las consecuencias son negativas, la conducta tiende a extinguirse.
La terapia cognitiva enfoca su intervención sobre el proceso cognitivo y asume que la conducta y las emociones están determinadas, en gran medida, por la forma en la que la persona piensa. Las técnicas terapéuticas se diseñan para identificar, confrontar y corregir los conceptos distorsionados y las creencias disfuncionales que subyacen a las conductas patológicas y/o el inadecuado manejo de las emociones.
Terapia dialectico-conductual (Dialectical Behavior Therapy)
Combina diversas técnicas cognitivo-conductuales dirigidas a la regulación emocional y pone en práctica métodos para sobrellevar la angustia, incorporando las ideas de aceptación y focalización;
Armoniza el compromiso básico de la aceptación y el cambio a través de un progreso dialéctico.
Recurre a un conjunto de técnicas de autorregulación emocional extraídas de las tradiciones occidentales psicológicas y las tradiciones orientales de meditación, por ejemplo, la meditación consciente budista, mindfulness. A diferencia de la terapia cognitiva, incorpora la práctica de la plenitud de conciencia como componente central de la terapia.
Para realizar la terapia se necesita un compromiso de los pacientes, que tienen que estar dispuestos a aceptar su disfunción emocional. En la primera parte se realiza una intervención en el cual el terapeuta y el paciente discuten temas que surgen durante la semana, registrados en las tarjetas diarias, y así poder establecer una jerarquía en los objetivos del tratamiento. La segunda parte se aprende a utilizar habilidades específicas que se dividen en cuatro módulos: mindfulness (conciencia plena), efectividad en las relaciones interpersonales, regulación emocional y tolerancia a la angustia.
Estas técnicas incluyen un componente formal de meditación que proporciona una mayor conciencia de la forma de afrontamiento de las emociones y la posibilidad de manejarlas de una manera más adecuada.
El modelo cognitivo-conductual considera los trastornos de la alimentación como conductas aprendidas, generalmente relacionadas con un estilo cognitivo distorsionado, que pueden desaprenderse. La terapia de conducta interviene sobre la conducta observable y asume que ésta depende de sus consecuencias. Si las consecuencias son positivas, la conducta se refuerza; si las consecuencias son negativas, la conducta tiende a extinguirse.
La terapia cognitiva enfoca su intervención sobre el proceso cognitivo y asume que la conducta y las emociones están determinadas, en gran medida, por la forma en la que la persona piensa. Las técnicas terapéuticas se diseñan para identificar, confrontar y corregir los conceptos distorsionados y las creencias disfuncionales que subyacen a las conductas patológicas y/o el inadecuado manejo de las emociones.
Terapia dialectico-conductual (Dialectical Behavior Therapy)
Combina diversas técnicas cognitivo-conductuales dirigidas a la regulación emocional y pone en práctica métodos para sobrellevar la angustia, incorporando las ideas de aceptación y focalización;
Armoniza el compromiso básico de la aceptación y el cambio a través de un progreso dialéctico.
Recurre a un conjunto de técnicas de autorregulación emocional extraídas de las tradiciones occidentales psicológicas y las tradiciones orientales de meditación, por ejemplo, la meditación consciente budista, mindfulness. A diferencia de la terapia cognitiva, incorpora la práctica de la plenitud de conciencia como componente central de la terapia.
Para realizar la terapia se necesita un compromiso de los pacientes, que tienen que estar dispuestos a aceptar su disfunción emocional. En la primera parte se realiza una intervención en el cual el terapeuta y el paciente discuten temas que surgen durante la semana, registrados en las tarjetas diarias, y así poder establecer una jerarquía en los objetivos del tratamiento. La segunda parte se aprende a utilizar habilidades específicas que se dividen en cuatro módulos: mindfulness (conciencia plena), efectividad en las relaciones interpersonales, regulación emocional y tolerancia a la angustia.
Estas técnicas incluyen un componente formal de meditación que proporciona una mayor conciencia de la forma de afrontamiento de las emociones y la posibilidad de manejarlas de una manera más adecuada.