¿Que siente la familia ante el descubrimiento de un trastorno alimentario?
Cuando una familia se da cuenta de la existencia de un trastorno alimentario en uno de sus miembros puede adoptar diferentes posiciones: muchos padres niegan o minimizan el problema o esperan que este se arregle solo, sin hacer nada. Otros prefieren pensar que el problema es solamente físico, que solo necesita ganar peso. Algunos son resistentes a la idea de una psicoterapia y sienten avergonzados o con sensación de que han fracasado en su tarea de lograr que su hijo sea sano y feliz.
En general, la familia pasa por diferentes estadios emocionales que son similares a los atravesados en un duelo:
- Negación:se minimiza o niega que exista un problema.
- Enfado:se vive como una decisión voluntaria cuya razón no aciertan a comprender:¿por qué haces esto?
- Negociación: puesto que se supone voluntario, se le proponen beneficios si abandona su determinación: si dejas de vomitar, te llevo de viaje, te compro lo que quieras, etc.
- Depresión: trascurrido un tiempo sin que sus esfuerzos hayan servido para algo, surgen emociones de depresión y fracaso: “¿por qué no se pone bien?”
- Aceptación: se acepta que no pueden solucionar el problema sin ayuda y que la capacidad de recuperación y decisión de trabajar en ello es del/la paciente.
¿Que deberían hacer los familiares en estos primeros momentos ante el/la posible paciente?
El primer acercamiento a la persona enferma es tan relevante que puede determinar el desarrollo del trastorno y la posibilidad o no de tratamiento. Sin embargo, debido a la gran angustia que produce el descubrimiento de lo que sucede, la forma de hablar al hijo/a puede ser totalmente inadecuada. Unas veces la desesperación lleva a los gritos y las peleas, otras al llanto y las lamentaciones. En ocasiones ambos padres, afortunadamente, se ponen de acuerdo antes de hablar para ver que y como le van a decir lo que observan. Pero, muchas otras, padre y madre se enfrentan, piensan cosas distintas e inician ellos mismos una pelea. Las sugerencias propuestas a continuación ayudarán a paliar las dificultades:
- Cuando los padres tienen sospechas de un trastorno alimentario deben mantener una conversación con la/el chica/o actuando de forma coordinada y con un criterio uniforme que previamente han consensuado (incluso aunque estén separados). Ambos deben transmitir su preocupación y señalarle que están abiertos a cualquier cosa que quiera decirles y mostrar su disposición a ayudarla.
- No es recomendable iniciar la conversación a la hora de las comidas. Hay que esperar el momento adecuado en el que el/ella este en disposición de escuchar, el clima emocional no esté sobrecargado y no estén otras personas presentes, es decir, preservando su intimidad.
- El tema debe ser planteado de forma directa y clara explicando los síntomas o actitudes que han observado, por ejemplo: “te hemos escuchado vomitar después de comer” en lugar de “pasas mucho tiempo en el baño” y sin juzgar sus sentimientos por ella (“debes sentirte muy infeliz para hacer esto que haces”).
- Escuchar atentamente su punto de vista sin rebatirlo ni entrar en confrontaciones directas o discusiones violentas. Si la conversación sube de tono e incluso se pasa a cualquier forma de agresión verbal o física, es aconsejable finalizar la conversación y posponerla para otro momento cuando se pueda hablar con calma.
- No dejarse manipular o convencer por el/la paciente así como realizar acusaciones o insultos porque necesita el apoyo de su familia.
- Evitar poner normas (tienes que comerte lo que mamá te pone) o tratar de conseguir promesas que no van a poder cumplirse (prométeme que no vas a volver a vomitar).
- Proponer la necesidad de ponerse en tratamiento. Se puede hacer una aproximación inicial de darle alguna información sobre TCA. Si lo rechaza, se le puede plantear que acuda al la consulta para que todos se queden tranquilos y que un profesional les asegure que está bien. El tratamiento es más efectivo cuando lo decide el/ella. Otra opción es que acudan los miembros de la familia aunque no vaya el/la paciente ya que esto puede despertar la necesidad de ir a defender su punto de vista.
¿Suelen las pacientes negar que tienen un trastorno?
Dependiendo del tipo de trastorno y del carácter de la persona, la respuesta del paciente puede ser diferente, pero la mayoría tiende a negar lo que le ocurre:
- Las personas que padecen un trastorno anoréxico de inicio niegan tener algún problema, consideran que están gordas y que deben hacer dieta para perder peso, es decir, no suelen reconocer la necesidad de ayuda porque, además la malnutrición afecta a su capacidad de pensar y sentir. Otras pueden aceptar de buen grado ir al médico por no disgustar a sus padres pero sin que esto signifique necesariamente que acepten el compromiso de ganar peso.
- Las persona que padece un trastorno bulímico o comida compulsiva, a pesar de que los síntomas pueden permanecer años ocultos , tiene menos dificultad para que reconozcan su problema pero a la vez que reconocen la necesidad de ayuda pueden resistirse a cambiar y abandonar sus ciclos de atracón-purga.
¿Como comportarse si la paciente se niega a acudir a tratamiento?
En caso de resistencia, también se puede negociar un plan para lograr la conducta más aceptable: “vale, hacemos un trato: accedo a que no vayas a consulta si te comprometes a incrementar lo que comes en las próximas dos semanas, eso sí, si finalizado ese plazo observamos tu incapacidad para cumplir el objetivo, acudirás a la consulta ¿de acuerdo?”
- Si el riesgo es elevado porque esta muy delgada/o o pierde peso muy rápidamente o hay mucha sintomatología activa, autolesiones, ideación autolítica o autolesiva, promiscuidad, es necesario pedir ayuda, incluso tramitando un ingreso judicial.
A pesar de esta negación, la familia debe de buscar ayuda, pedir consulta y forzar para que se acuda a la sesión. A veces esto se facilita si la primera entrevista se realiza para toda la familia. Es posible que al hacerlo la persona con el trastorno anoréxico se ponga agresiva e insulte. Los familiares no deben darse por aludidos ni enfadarse, pero tampoco ceder, sino comprender que está asustada y trata de defender su lugar en la vida.
La posición negadora tiene relación con el estadio de cambio en el que se encuentra la paciente. Ese estadio se denomina precontemplativo. La persona no percibe ningún problema. Cree que los esfuerzos de sus familiares para que acuda a tratamiento es porque la quieren poner gorda o le tienen envidia por lo delgada que está. Si admite sus dificultades es posible que admita la necesidad de tratarse, pero necesita preparación para poder realizar los cambios. A esa etapa se la denomina contemplación. El proceso de preparación para el cambio requiere diferentes intervenciones terapéuticas hasta que se llega a la acción trasformadora
¿Es la familia un factor esencial en la recuperación?
Todos los modelos terapéuticos coinciden en dar una gran importancia al papel que cumple la familia en su recuperación, especialmente si cambia la forma en la que sus miembros se relacionan, aunque ningún enfoque terapéutico sobre los TCA considera a los padres y/o allegados culpables de la patología.
De los estudios y reflexiones efectuados en los últimos treinta años acerca de la relación de las familias de las/los pacientes se ha llegado a ciertas conclusiones innegables, especialmente importantes si se quiere realizar una prevención eficaz y un tratamiento con éxito.
Parece que las familias de pacientes con anorexia nerviosa presentan un funcionamiento muy organizado con tendencia a un control rígido, en tanto que las familias de pacientes con bulimia nerviosa presentan un funcionamiento más caótico y crítico. A su vez, se ha observado un mayor riesgo de patología en familias que muestran una excesiva preocupación por el peso y el aspecto corporal además de una tendencia a realizar dietas.