Ortorexia
Las personas que padecen este trastorno obsesivo se preocupan de manera excesiva por nutrirse de forma sana e ingerir exclusivamente alimentos “naturales”. Si en el trastorno anoréxico y bulímico la obsesión ha sido la cantidad de la comida que se ingiere, en el trastorno ortoréxico, la obsesión es la calidad de la comida y la búsqueda de lo “sano”. La preocupación por la salud, la fijación por comer una dieta sana llega a tal extremo que prefieren pasar hambre antes que comer algún alimento del que no están seguros tenga la calidad debida.
El deseo por comer de forma saludable y las recomendaciones médicas acerca de los alimentos y dietas sanas siempre han existido, pero actualmente esta preocupación tiene visos de desbordarse, especialmente en determinados círculos que creen haber encontrado la panacea para evitar algo inherente a nuestra condición humana: nuestra fragilidad física y la existencia de enfermedades.
El trastorno ha florecido a partir de la moda alimentaria impuesta por aquellos cuyo objetivo primordial en la vida es cuidar su cuerpo, por lo que la ortorexia suele darse asociada a las personas que presentan un interés, igualmente desmedido por el ejercicio físico que realizan con el supuesto objetivo de “estar en forma”.
Muy cercano a los trastornos hipocondríacos, la sociedad difícilmente conceptúa la ortorexia como patológica, bien al contrario, quienes detentan el trastorno llegan a creerse superiores en inteligencia y conocimiento que el resto de los mortales. Sin embargo, el exceso de inquietud por la comida sana puede llegar a dañar la salud de aquel que queda atrapado en la consecución de la perfección alimentaria. En ocasiones, el trastorno es un preámbulo de la anorexia nerviosa o un factor desencadenante de atracones de comida “no sana”, pero sabrosa.
Algunas personas siempre tienen a dieta a la familia, bajo la excusa de que hay que comer sano –ortorexia-; exigiendo a los hijos que coman lo que ella/él dice. La comida sabrosa, bien cocinada, los caprichos alimentarios, las chucherías, son extras que raramente se permiten.
Negar de forma rígida los componentes no nutricionales de los alimentos, produce unas carencias gustativas y olfativas que necesitarán satisfacerse en el futuro, generalmente en forma de comida compulsiva y excesiva.
El deseo por comer de forma saludable y las recomendaciones médicas acerca de los alimentos y dietas sanas siempre han existido, pero actualmente esta preocupación tiene visos de desbordarse, especialmente en determinados círculos que creen haber encontrado la panacea para evitar algo inherente a nuestra condición humana: nuestra fragilidad física y la existencia de enfermedades.
El trastorno ha florecido a partir de la moda alimentaria impuesta por aquellos cuyo objetivo primordial en la vida es cuidar su cuerpo, por lo que la ortorexia suele darse asociada a las personas que presentan un interés, igualmente desmedido por el ejercicio físico que realizan con el supuesto objetivo de “estar en forma”.
Muy cercano a los trastornos hipocondríacos, la sociedad difícilmente conceptúa la ortorexia como patológica, bien al contrario, quienes detentan el trastorno llegan a creerse superiores en inteligencia y conocimiento que el resto de los mortales. Sin embargo, el exceso de inquietud por la comida sana puede llegar a dañar la salud de aquel que queda atrapado en la consecución de la perfección alimentaria. En ocasiones, el trastorno es un preámbulo de la anorexia nerviosa o un factor desencadenante de atracones de comida “no sana”, pero sabrosa.
Algunas personas siempre tienen a dieta a la familia, bajo la excusa de que hay que comer sano –ortorexia-; exigiendo a los hijos que coman lo que ella/él dice. La comida sabrosa, bien cocinada, los caprichos alimentarios, las chucherías, son extras que raramente se permiten.
Negar de forma rígida los componentes no nutricionales de los alimentos, produce unas carencias gustativas y olfativas que necesitarán satisfacerse en el futuro, generalmente en forma de comida compulsiva y excesiva.