Importancia de las emociones en TCA
La consideración de los aspectos emocionales ha abierto una vía de esperanza en el tratamiento de los pacientes con TCA ya que, incluir intervenciones terapéuticas específicas que ayuden a regular sus emociones podría incrementar la eficacia de los tratamientos actuales. Por el contrario, cuando los aspectos emocionales se ignoran se tiende a realizar tratamientos erróneos con intervenciones excesivamente rígidas y coercitivas que producen resultados, aparentemente beneficiosos de manera temporal, tal como una subida de peso o la eliminación de los “vómitos”. Al estar asociados a vigilancia y control, los resultados positivos se pierden cuando los “controladores” dejan de vigilar, produciéndose una recaída y la idea de que de los TCA no se sale de forma definitiva. Este proceder ha originado, casi indefectiblemente, el empeoramiento posterior, la ocultación y la pérdida de toda posibilidad de acción terapéutica. De ahí la importancia de estudiar las características de las variables de tratamiento que intervienen en una buena evolución del trastorno y reducen el riesgo de cronicidad.
Tener conocimiento de que los TCA no solo están relacionados con el deseo de delgadez, sino que surgen en personas que desconocen la importancia de reconocer y expresar sus emociones y que tal reconocimiento produce un efecto saludable sobre su salud física y psíquica, disminuye la culpa de las pacientes e incrementa su esperanza.
Terapia enfocada al manejo de emociones (Emotion-focused therapy)
Desde esta perspectiva teórica las emociones se conceptúan como saludables y adaptativas, fuente de información y sabiduría sobre uno mismo y sobre el mundo exterior. Informan de lo que es correcto o incorrecto, lo que es prioritario atender y guían nuestra acción. Por ejemplo: la tristeza es una respuesta saludable ante las pérdidas e indica la necesidad de ser consolado y buscar apoyo de otros; la ira/rabia es una respuesta saludable para los abusos y las violaciones y nos lleva a poner límites; el miedo es una respuesta saludable para las amenazas y nos señala la necesidad de escapar del peligro.
El trabajo terapéutico se basa en tres principios esenciales: Conciencia emocional (Emotion Awareness), regulación emocional (Emotion Regulation) y trasformación emocional (Emotion Transformation). Es necesario ser capaz de afrontar un rango de sentimientos sin miedo y sin necesidad de los síntomas alimentarios.
El terapeuta adopta el papel de acompañante enseñando la importancia de lo que se siente, y guiando su mejor procesamiento. Durante el proceso no solo se habla de las emociones que se están tratando de evitar por dolorosas o angustiantes, sino que se trata de experimentarlas. Tal procesamiento implica ser consciente, expresar, comprender, tolerar, regular, aprender a suavizarse, transformar las desadaptadas en otras más saludables.
Para conseguir estos objetivos existen algunas herramientas que ayudan a transformar las emociones. El trabajo de la silla ayuda a identificar y procesar la forma en que el paciente se enfrenta a sí mismo.
Se trabaja con las distintas partes del yo que están en conflicto y que llevan a estar dividido o fragmentado. La disociación más frecuente es la voz anoréxica que le dice que esta gorda y debe dejar de comer o purgarse. También será necesario trabajar la interrupción y bloqueo del pensamiento, o el dialogo interno perseverante sobre temas sin resolver que le causaron heridas emocionales con personas allegadas.
La evocación y procesamiento de los sentimientos asociados con ellos sirve para romper el círculo vicioso. Los pacientes pueden disminuir sus críticas y reducir el malestar de la corporal.
Se puede afrontar de forma más positiva y menos dolorosa las emociones, los traumas, las pérdidas, las injurias recibidas en el pasado. Al hacerlo se recupera o desenvuelve una sensación de confianza para afrontar los retos de la existencia y desde ahí poder cambiar las pautas de alimentación inadecuadas.
La consideración de los aspectos emocionales ha abierto una vía de esperanza en el tratamiento de los pacientes con TCA ya que, incluir intervenciones terapéuticas específicas que ayuden a regular sus emociones podría incrementar la eficacia de los tratamientos actuales. Por el contrario, cuando los aspectos emocionales se ignoran se tiende a realizar tratamientos erróneos con intervenciones excesivamente rígidas y coercitivas que producen resultados, aparentemente beneficiosos de manera temporal, tal como una subida de peso o la eliminación de los “vómitos”. Al estar asociados a vigilancia y control, los resultados positivos se pierden cuando los “controladores” dejan de vigilar, produciéndose una recaída y la idea de que de los TCA no se sale de forma definitiva. Este proceder ha originado, casi indefectiblemente, el empeoramiento posterior, la ocultación y la pérdida de toda posibilidad de acción terapéutica. De ahí la importancia de estudiar las características de las variables de tratamiento que intervienen en una buena evolución del trastorno y reducen el riesgo de cronicidad.
Tener conocimiento de que los TCA no solo están relacionados con el deseo de delgadez, sino que surgen en personas que desconocen la importancia de reconocer y expresar sus emociones y que tal reconocimiento produce un efecto saludable sobre su salud física y psíquica, disminuye la culpa de las pacientes e incrementa su esperanza.
Terapia enfocada al manejo de emociones (Emotion-focused therapy)
Desde esta perspectiva teórica las emociones se conceptúan como saludables y adaptativas, fuente de información y sabiduría sobre uno mismo y sobre el mundo exterior. Informan de lo que es correcto o incorrecto, lo que es prioritario atender y guían nuestra acción. Por ejemplo: la tristeza es una respuesta saludable ante las pérdidas e indica la necesidad de ser consolado y buscar apoyo de otros; la ira/rabia es una respuesta saludable para los abusos y las violaciones y nos lleva a poner límites; el miedo es una respuesta saludable para las amenazas y nos señala la necesidad de escapar del peligro.
El trabajo terapéutico se basa en tres principios esenciales: Conciencia emocional (Emotion Awareness), regulación emocional (Emotion Regulation) y trasformación emocional (Emotion Transformation). Es necesario ser capaz de afrontar un rango de sentimientos sin miedo y sin necesidad de los síntomas alimentarios.
El terapeuta adopta el papel de acompañante enseñando la importancia de lo que se siente, y guiando su mejor procesamiento. Durante el proceso no solo se habla de las emociones que se están tratando de evitar por dolorosas o angustiantes, sino que se trata de experimentarlas. Tal procesamiento implica ser consciente, expresar, comprender, tolerar, regular, aprender a suavizarse, transformar las desadaptadas en otras más saludables.
Para conseguir estos objetivos existen algunas herramientas que ayudan a transformar las emociones. El trabajo de la silla ayuda a identificar y procesar la forma en que el paciente se enfrenta a sí mismo.
Se trabaja con las distintas partes del yo que están en conflicto y que llevan a estar dividido o fragmentado. La disociación más frecuente es la voz anoréxica que le dice que esta gorda y debe dejar de comer o purgarse. También será necesario trabajar la interrupción y bloqueo del pensamiento, o el dialogo interno perseverante sobre temas sin resolver que le causaron heridas emocionales con personas allegadas.
La evocación y procesamiento de los sentimientos asociados con ellos sirve para romper el círculo vicioso. Los pacientes pueden disminuir sus críticas y reducir el malestar de la corporal.
Se puede afrontar de forma más positiva y menos dolorosa las emociones, los traumas, las pérdidas, las injurias recibidas en el pasado. Al hacerlo se recupera o desenvuelve una sensación de confianza para afrontar los retos de la existencia y desde ahí poder cambiar las pautas de alimentación inadecuadas.