¿Son los trastornos de la conducta alimentaria típicos de la sociedad actual?
La aparente modernidad de los TCA, sustentada en el notable incremento de su incidencia en el último cuarto del siglo XX, ha hecho pensar a muchos ciudadanos que se trata de patologías “actuales”, de las que todavía se sabe muy poco como para que sea posible realizar tratamientos que logren una mejoría estable. Sin embargo, las referencias históricas nos indican que, en otras épocas, hubo personas que buscaron la delgadez y presentaron trastornos similares a los actuales TCA. Por ejemplo, el ayuno que se impusieron algunas santas como una forma de ascetismo para alcanzar la santidad es una de las primeras referencias de comportamiento anoréxico. Ellas dedicaron parte de su vida a alimentar a los demás, restringiendo su dieta de forma muy severa. Padecieron amenorrea, estreñimiento, dificultades para conciliar el sueño y tuvieron una vida hiperactiva; Eran muy perfeccionistas y nunca se sentían seguras de poder alcanzar el ideal propuesto.
Hoy se sabe que esas características, típicas de las/los pacientes anoréxicas/os, pueden no ser causa, sino consecuencia del ayuno prolongado y que se dan en todas aquellas personas que, por diversas razones, han realizado un ayuno voluntario aunque no estén obsesionadas por su apariencia externa.
Durante el siglo XIX se produce un creciente interés científico por la Anorexia Nerviosa que culmina a finales de siglo con la convicción de que las personas que se abstienen de comer son enfermas y necesitan tratamiento. Es la época victoriana, y la moda por la delgadez se impone entre las jóvenes. Marcé (1828-1864) es el primer autor que publica un artículo describiendo el trastorno y destacando que el rechazo a comer se presenta fundamentalmente en chicas que inician la pubertad, atribuyendo su causa a factores mentales y no físicos. Unos años más tarde, Laségue y Gull, considerados los autores pioneros en la descripción del trastorno y de sus recomendaciones terapéuticas, publican, casi de forma paralela, sendos artículos sobre la Anorexia. Gull (1868) recalcó la importancia de realizar un diagnóstico diferencial y de buscar explicaciones causales alternativas a los síntomas. Laségue (1873) que describe el trastorno tal y como lo conocemos actualmente, destaca que las medicinas y los estimulantes del apetito son ineficaces para ayudar a su recuperación, y señala la situación de indefensión en que se encuentran las familias. Este autor entendió que para poder recuperar a las pacientes era fundamental introducir cambios en las relaciones que estas establecían con sus familiares y allegados. Sus descripciones y sugerencias de tratamiento permitieron actuaciones que aún en la actualidad siguen vigentes.
Respecto a la Bulimia Nerviosa, las descripciones fueron muy escasas hasta los años 70 y todas se sitúan en el siglo XX. Es especialmente conocida la descripción del trastorno realizado por el Dr. Russell en 1979, momento en que acuña el nombre de bulimia nerviosa para referirse a una pauta de comportamiento alimentario caracterizada por el consumo de grandes cantidades de comida seguidas de una purgación. La similitud de las conductas bulímicas con las comilonas y purgaciones propias de las culturas en decadencia como la romana, pone en evidencia la existencia de esta patología desde tiempos muy remotos. Actualmente, es el trastorno mas frecuente y se manifiesta, en muchos casos, con una impulsividad asociada a otros comportamientos de riesgo -alcohol, compras compulsivas- característicos de un trastorno de personalidad.
Los años 80 destacan por el incremento exponencial de pacientes con patología alimentaria, especialmente anorexia nerviosa, en países “desarrollados”. Dado que la proporción de pacientes entre 12-13 años en esa primera época, fue la más frecuente surgió el mito de que la anorexia era característica de chicas blancas, muy inteligentes, pertenecientes a clase social alta o media alta y que estaban iniciando su adolescencia. Desgraciadamente, este mito infundió al trastorno un glamour que derivó en el consiguiente deseo de “ser anoréxica” especialmente para las chicas mas vulnerables a la presión del entorno social. En la actualidad se considera que los trastornos de la conducta alimentaria no son exclusivos de ninguna edad, sexo, nivel intelectual, raza o grupo social.
Aunque el desarrollo de la anorexia es mas frecuente en el inicio de la pubertad y el comienzo de la bulimia es mas frecuente en la juventud, los trastornos pueden ocurrir en la infancia y en la edad adulta. Igualmente, no son sólo las mujeres quienes presentan alteraciones de la conducta alimentaria, ya que actualmente el número de hombres ha crecido de forma paulatina debido a las exigencias sociales para lograr un cuerpo musculoso y sin grasa. Aparecen, así mismo, en todos los estratos sociales y en cualquier raza o condición. La supuesta inteligencia superior basada en resultados académicos brillantes está más relacionada con horas de estudios que con la dotación de un Cociente Intelectual extraordinario.
A partir de los años 60-70 aparecen diversas formas de tratamiento –enfoque dinámico, cognitivo-conductual, sistémico- que se complementan mutuamente. Unos autores destacan la necesidad de cambiar la excesiva protección de los padres hacia la hija/o; otros, la necesidad de buscar refuerzos alternativos a la comida; el fomento de la expresión emocional y/o una interacción asertiva.
La aparente modernidad de los TCA, sustentada en el notable incremento de su incidencia en el último cuarto del siglo XX, ha hecho pensar a muchos ciudadanos que se trata de patologías “actuales”, de las que todavía se sabe muy poco como para que sea posible realizar tratamientos que logren una mejoría estable. Sin embargo, las referencias históricas nos indican que, en otras épocas, hubo personas que buscaron la delgadez y presentaron trastornos similares a los actuales TCA. Por ejemplo, el ayuno que se impusieron algunas santas como una forma de ascetismo para alcanzar la santidad es una de las primeras referencias de comportamiento anoréxico. Ellas dedicaron parte de su vida a alimentar a los demás, restringiendo su dieta de forma muy severa. Padecieron amenorrea, estreñimiento, dificultades para conciliar el sueño y tuvieron una vida hiperactiva; Eran muy perfeccionistas y nunca se sentían seguras de poder alcanzar el ideal propuesto.
Hoy se sabe que esas características, típicas de las/los pacientes anoréxicas/os, pueden no ser causa, sino consecuencia del ayuno prolongado y que se dan en todas aquellas personas que, por diversas razones, han realizado un ayuno voluntario aunque no estén obsesionadas por su apariencia externa.
Durante el siglo XIX se produce un creciente interés científico por la Anorexia Nerviosa que culmina a finales de siglo con la convicción de que las personas que se abstienen de comer son enfermas y necesitan tratamiento. Es la época victoriana, y la moda por la delgadez se impone entre las jóvenes. Marcé (1828-1864) es el primer autor que publica un artículo describiendo el trastorno y destacando que el rechazo a comer se presenta fundamentalmente en chicas que inician la pubertad, atribuyendo su causa a factores mentales y no físicos. Unos años más tarde, Laségue y Gull, considerados los autores pioneros en la descripción del trastorno y de sus recomendaciones terapéuticas, publican, casi de forma paralela, sendos artículos sobre la Anorexia. Gull (1868) recalcó la importancia de realizar un diagnóstico diferencial y de buscar explicaciones causales alternativas a los síntomas. Laségue (1873) que describe el trastorno tal y como lo conocemos actualmente, destaca que las medicinas y los estimulantes del apetito son ineficaces para ayudar a su recuperación, y señala la situación de indefensión en que se encuentran las familias. Este autor entendió que para poder recuperar a las pacientes era fundamental introducir cambios en las relaciones que estas establecían con sus familiares y allegados. Sus descripciones y sugerencias de tratamiento permitieron actuaciones que aún en la actualidad siguen vigentes.
Respecto a la Bulimia Nerviosa, las descripciones fueron muy escasas hasta los años 70 y todas se sitúan en el siglo XX. Es especialmente conocida la descripción del trastorno realizado por el Dr. Russell en 1979, momento en que acuña el nombre de bulimia nerviosa para referirse a una pauta de comportamiento alimentario caracterizada por el consumo de grandes cantidades de comida seguidas de una purgación. La similitud de las conductas bulímicas con las comilonas y purgaciones propias de las culturas en decadencia como la romana, pone en evidencia la existencia de esta patología desde tiempos muy remotos. Actualmente, es el trastorno mas frecuente y se manifiesta, en muchos casos, con una impulsividad asociada a otros comportamientos de riesgo -alcohol, compras compulsivas- característicos de un trastorno de personalidad.
Los años 80 destacan por el incremento exponencial de pacientes con patología alimentaria, especialmente anorexia nerviosa, en países “desarrollados”. Dado que la proporción de pacientes entre 12-13 años en esa primera época, fue la más frecuente surgió el mito de que la anorexia era característica de chicas blancas, muy inteligentes, pertenecientes a clase social alta o media alta y que estaban iniciando su adolescencia. Desgraciadamente, este mito infundió al trastorno un glamour que derivó en el consiguiente deseo de “ser anoréxica” especialmente para las chicas mas vulnerables a la presión del entorno social. En la actualidad se considera que los trastornos de la conducta alimentaria no son exclusivos de ninguna edad, sexo, nivel intelectual, raza o grupo social.
Aunque el desarrollo de la anorexia es mas frecuente en el inicio de la pubertad y el comienzo de la bulimia es mas frecuente en la juventud, los trastornos pueden ocurrir en la infancia y en la edad adulta. Igualmente, no son sólo las mujeres quienes presentan alteraciones de la conducta alimentaria, ya que actualmente el número de hombres ha crecido de forma paulatina debido a las exigencias sociales para lograr un cuerpo musculoso y sin grasa. Aparecen, así mismo, en todos los estratos sociales y en cualquier raza o condición. La supuesta inteligencia superior basada en resultados académicos brillantes está más relacionada con horas de estudios que con la dotación de un Cociente Intelectual extraordinario.
A partir de los años 60-70 aparecen diversas formas de tratamiento –enfoque dinámico, cognitivo-conductual, sistémico- que se complementan mutuamente. Unos autores destacan la necesidad de cambiar la excesiva protección de los padres hacia la hija/o; otros, la necesidad de buscar refuerzos alternativos a la comida; el fomento de la expresión emocional y/o una interacción asertiva.